jueves, 17 de septiembre de 2009

EL DIOS QUE GALARDONA


A quién no le satisface ser reconocido, hablo del reconocimiento que se recibe tras haber laborado arduamente, tras haber puesto esfuerzo en una meta y llegar a ella, haber logrado lo que se propuso en el corazón y que es en beneficio de un grupo necesitado, eso es invertir fuerzas, tiempo, dinero en favor de una causa que hicimos nuestra, !si los galardones nos alientan a seguir luchando, a saber que no fue envano!... un galardón para mí es un beso, una palabra de aliento, un gracias, una buena comida o una simple mirada de afecto, algo en lo que el otro pone de si con amor, para decir gracias por tu esfuerzo, sacrificio, tiempo invertidos por mí, eso es suficiente, me siento galardonado con esos pequeños actos de amor.

Pero ser galardonado por Dios es mas alentador aún, si tenemos en cuenta que se trata del Rey del universo todo; muchos trabajan arduamente en campañas presidenciales y se sienten en la "gloria" cuando son reconocidos por el ganador, ciertamente buscan la gloria humana, el reconocimeitno es monetario o con un puesto dentro del gobierno, etc; !cuánto mas nosotros si somos galardonados por el Rey del universo deberíamos esforzarnos para alcanzar el galardón!... "Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan" (Hebreos 11:6). La búsqueda sincera del Señor es recompensada con el galardón, recibimos su presencia, obtenemos la respuesta anhelada, la salud es devuelta, el gozo vuelve y encontramos aquello que parecía perdido.

Otra perla me la encontré hoy, "el Señor se complace en los que le temen y en los que esperan en su miscericordia" (Salmo 147:11)... cuando hemos estado en el pozo clamamos miscericordia a Dios, cuando reconocemos que hemos andado por caminos fuera de la voluntad de Dios, comenzamos a andar con cuidado por el temor santo que Dios pone en nuestra conciencia y cuando reconocemos en Dios un Padre que nos ama aprendemos a esperar, creo que Dios desea probarnos cuanto anhelamos lo que pedimos, porque si lo obtenemos fácil, no apreciaremos el valor real de aquello que recibimos, pero aquello que nos cuesta lágrimas, que queremos con tal convicción que no importa la espera, que lo tomamos con la seriedad necesaria que sabemos que si lo tenemos no lo soltaremos, que requiere de oración, de sacrificio y espera, eso tendrá el aprecio y valor de nuestra parte, y ese valor que le demos será también compartido por el Señor. Ese galardón, esa respuesta si vale la pena.

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